LUCIFER Y EL BORRACHO
El borracho berrea obsenidades a Cynthia mientras canta en un local.
Lucifer: Esa a la que berras es mi novia.
Borracho: ¿Qué vas a hacer? ¿Partirme los morros?
Lucifer: Tranquilo jefe.
Lucifer se sienta en la mesa del borracho, haciendo un gesto al camarero
Otra copa de lo que esté tomando el amigo.
Lucifer: En realidad quiero hablar contigo un momento, mira, soy un fotógrafo aficionado y quiero enseñarte unos...desnudos artísticos.
Lucifer se saca un sobre del bolsillo, se lo entrega al borracho, que las mira con cara de terror.
Lucifer: Desde luego das menos asco con ropa, pero me das ganas de vomitar igualmente.
Borracho: ¿De dónde has sacado estas fotos? Es imposible, no...no es posible, te hubiese visto...no...¿qué quieres? ¿Dinero?
Lucifer: Oh, no, no, sólo quiero que pienses en ello. Y que pienses que yo lo sé. Quédate las fotos y míralas. En mi larga vida he conocido todos los vicios de la humanidad, y los tuyos son los peores. Ni siquiera en el infierno habrá lugar para ti.
Lucifer escupe en la copa del borracho y se la acerca con hostilidad a la boca.
Lucifer: Buenas noches.
ESCENA 4: EL ENTIERRO DEL BORRACHO
Miguel y el Diablo están de pie mientras una tumba entra en la tierra. El cura, los invitados, etc son más bien difusos, aunque debe uno fijarse que entre ellos está su hermano Gaspar, un hombre trajeado y peinado hacia atrás con aspecto de político Zaplana/Artur Mas, de mandíbula cuadrada y cara de seductor de cámaras. Pero olvidémonos de Gaspar ahora, el público se fijará más bien en la foto del borracho en una mesa junto a la lápida, una foto de ese borracho bien peinado y vestido, bien puesto para el retrato.
Diablo: Ah, Miguel, sabía que vendrías. No se me ocurría otra manera de quedar contigo, ya no me coges el teléfono.
Miguel: Y para eso has matado a este hombre.
Diablo: Ay no, cómo dices eso de mí. Yo sólo señalé la ventana, él se tiró solito. Plaf. Me pregunto como se sentirá cuando llegue a las puertas del cielo y vea que Dios se ha ido.
Miguel: ¿Nunca le echas a faltar?
Diablo: Contra él vivía mejor, ahora tenemos que buscarnos un nuevo propósito. Pero no se vive tan mal sin Dios, fíjate, tú ganas dinero vendiendo libros de autoayuda. ¡Alguien de tu nivel! Qué bajo ha caído el cielo.
Miguel: Al menos no voy por ahí levantando las faldas a las mortales.
Diablo: Oh, Cynthia es adorable. Tú nunca lo apreciarías, siempre has sido un snob...pero los mortales tienen cosas que enseñarnos. Son tan breves, pero tan...intensos a la vez... la herencia que nos dejó el de arriba antes de hacer las maletas y largarse. Además, tú también te codeas con los mortales, con los importantes. Mira a Gaspar.
lunes, 28 de febrero de 2011
LUCIFER Y EL BORRACHO
El borracho berrea obsenidades a Cynthia mientras canta en un local.
Lucifer: Esa a la que berras es mi novia.
Borracho: ¿Qué vas a hacer? ¿Partirme los morros?
Lucifer: Tranquilo jefe.
Lucifer se sienta en la mesa del borracho, haciendo un gesto al camarero
Otra copa de lo que esté tomando el amigo.
Lucifer: En realidad quiero hablar contigo un momento, mira, soy un fotógrafo aficionado y quiero enseñarte unos...desnudos artísticos.
Lucifer se saca un sobre del bolsillo, se lo entrega al borracho, que las mira con cara de terror.
Lucifer: Desde luego das menos asco con ropa, pero me das ganas de vomitar igualmente.
Borracho: ¿De dónde has sacado estas fotos? Es imposible, no...no es posible, te hubiese visto...no...¿qué quieres? ¿Dinero?
Lucifer: Oh, no, no, sólo quiero que pienses en ello. Y que pienses que yo lo sé. Quédate las fotos y míralas. En mi larga vida he conocido todos los vicios de la humanidad, y los tuyos son los peores. Ni siquiera en el infierno habrá lugar para ti.
Lucifer escupe en la copa del borracho y se la acerca con hostilidad a la boca.
Lucifer: Buenas noches.
El borracho berrea obsenidades a Cynthia mientras canta en un local.
Lucifer: Esa a la que berras es mi novia.
Borracho: ¿Qué vas a hacer? ¿Partirme los morros?
Lucifer: Tranquilo jefe.
Lucifer se sienta en la mesa del borracho, haciendo un gesto al camarero
Otra copa de lo que esté tomando el amigo.
Lucifer: En realidad quiero hablar contigo un momento, mira, soy un fotógrafo aficionado y quiero enseñarte unos...desnudos artísticos.
Lucifer se saca un sobre del bolsillo, se lo entrega al borracho, que las mira con cara de terror.
Lucifer: Desde luego das menos asco con ropa, pero me das ganas de vomitar igualmente.
Borracho: ¿De dónde has sacado estas fotos? Es imposible, no...no es posible, te hubiese visto...no...¿qué quieres? ¿Dinero?
Lucifer: Oh, no, no, sólo quiero que pienses en ello. Y que pienses que yo lo sé. Quédate las fotos y míralas. En mi larga vida he conocido todos los vicios de la humanidad, y los tuyos son los peores. Ni siquiera en el infierno habrá lugar para ti.
Lucifer escupe en la copa del borracho y se la acerca con hostilidad a la boca.
Lucifer: Buenas noches.
martes, 8 de febrero de 2011
domingo, 12 de diciembre de 2010
No tengo más remedio que ser yo. Y eso me jode.
Tengo 25 años y una juventud que desperdiciar de manera impúdica. A veces me inclino sobre una maqueta de mi futuro y me veo envejecer.
En ocasiones soy optimista y me concedo una joven muerte por todo lo alto, un funeral de pompa fúnebre y boato, con editores molestando a mi familia acerca de los derechos de publicación de mi biografía oficial.
La mayoría de las veces la maqueta muestra cosas peores. Un cincuentón calvo, gordo y solitario que vuelve a su oscuro piso por un largo pasillo, y cena tallarines instantáneos o barritas de pescado congelado.
Entre mi nacimiento y ese perdedor alcohólico hay medio siglo. Yo estoy en el ecuador. Con algunas cosas aprendidas, y 25 años más para seguir cagándola.
No tengo idea de qué hacer con mi vida, salvo morir y envejecer, “el único argumento de la obra”. Se me dan mal las finanzas, quiero evitar las oficinas y odio madrugar. Ojalá hubiese nacido en una remota isla de la Polinesia.
Pero mientras no tenga dinero para irme a vivir a Tuvalu, me tengo que quedar por aquí haciendo lo que pueda. Siempre me ha gustado hacer cómics. Quisiera tener una vocación más digna, pero no tengo más remedio que ser yo.
Y eso me jode.
Tengo 25 años y una juventud que desperdiciar de manera impúdica. A veces me inclino sobre una maqueta de mi futuro y me veo envejecer.
En ocasiones soy optimista y me concedo una joven muerte por todo lo alto, un funeral de pompa fúnebre y boato, con editores molestando a mi familia acerca de los derechos de publicación de mi biografía oficial.
La mayoría de las veces la maqueta muestra cosas peores. Un cincuentón calvo, gordo y solitario que vuelve a su oscuro piso por un largo pasillo, y cena tallarines instantáneos o barritas de pescado congelado.
Entre mi nacimiento y ese perdedor alcohólico hay medio siglo. Yo estoy en el ecuador. Con algunas cosas aprendidas, y 25 años más para seguir cagándola.
No tengo idea de qué hacer con mi vida, salvo morir y envejecer, “el único argumento de la obra”. Se me dan mal las finanzas, quiero evitar las oficinas y odio madrugar. Ojalá hubiese nacido en una remota isla de la Polinesia.
Pero mientras no tenga dinero para irme a vivir a Tuvalu, me tengo que quedar por aquí haciendo lo que pueda. Siempre me ha gustado hacer cómics. Quisiera tener una vocación más digna, pero no tengo más remedio que ser yo.
Y eso me jode.
martes, 29 de junio de 2010
Y más
ESCENA 5: CONOCEMOS A CLAUDIO
El Diablo está con Miriam y Cynthia sentado en un café, puede ser interior o exterior, como prefieras. El caso es que en otra mesa, sin verlos, está Claudio, tomando café con cigarrillos apuntando y tachando cosas en una libreta (no tienes que dar ese detalle, simplemente que se vea en su gesto que está intentando escribir y no le sale).
Diablo: ¿Y qué te parece?
Miriam: Bueno, no sé, tiene un pase si es simpático, inteligente o rico. O si voy suficientemente borracha.
Diablo: No he dicho nunca que tengas que acostarte con él, sólo necesito que lo tengas vigilado, que me digas dónde va...yo no me puedo acercar, me reconocería.
Cynthia: ¿Y de qué lo conoces? ¿Para qué le necesitas? No me gusta que te pongas en plan críptico, ya te conozco suficiente como para que el ir de misterioso no te gane suspiros de adoración.
Diablo: No me conoces tanto como crees. ¿Quieres saber quién es? No es un secreto: es el que está escribiendo nuestra obra de teatro. Pero él aún no lo sabe. Pero desde el día que le vi por primera vez, supe que tendría que hacerlo él. No había visto a un hombre cuervo así desde hace siglos.
Cynthia: ¿Un hombre cuervo?
Miriam: Yo veo a un tipo normal.
Diablo: Eso es porque no podéis verlo con mis ojos. Algunos hombres están tan cerca de salir volando que tienen cabeza de pájaro, aunque cuando despegan por la ventana siempre acaban estampándose contra el suelo.
Cynthia: Ah, es una especie de suicida.
Diablo: Bueno, muchos de su especie lo son. Éste lo parece, pero no sé, la gente es impredecible, yo al menos espero que siga vivo un tiempo más. Pero lo importante es que entiende mi misión, y sabe que va a ayudarme. Necesito que os fiéis de mí.
El móvil de Cynthia suena. Ella contesta.
Miguel: Hola, ¿has considerado mi oferta?
Cynthia (nerviosa): Ah, ehm, esto, no puedo hablar ahora.
Diablo: ¿Quién es?
Miguel: Claro, lo entiendo. Nos veremos mañana, recuerda: te convertiré en una estrella, elevaré tu voz a los cielos y cantarás sobre el mundo entero.
Cynthia: Adiós, ya hablaremos. *cuelga* Es...eh...el jefe del Bourbon, dejé un currículum y me ha llamado para una audición.
ESCENA 6: EL CONTRATO
Miguel sostiene el papel en sus manos. Está en un despacho enorme, moderno, muy moderno, de hecho. Diseño minimalista, cool, todo blanco y muy Apple. Sobriedad de rico, vamos. Frente a él Cynthia, acongojada por el lujo del despacho.
Miguel: Entonces repasemos. Haremos una primera tirada de medio millón de copias, la salida irá acompañada de entrevistas en televisión, promoción en radio, prensa, internet y tele, una campaña con un presupuesto de dos millones para empezar, pero tranquila que con una buena respuesta podremos empezar...más en serio. Entonces, ¿me firmas el contrato de cesión de voz?
Cynthia: Todavía no entiendo por qué ésta súbita oferta, ¿tanto confías en mi voz? ¿Y si te decepciono? Soy terrible con las cámaras, ¿qué te hace pensar que estoy preparada? Además, las canciones las compone mi novio y él no sabe que...
Miguel: Olvídate de esas canciones, necesitamos algo pegadizo, que pueda entenderse rápidamente, una música optimista y una letra a juego. No te preocupes, tenemos a un equipo trabajando en varias canciones.
Cynthia: Pero yo no quiero ponerme a cantar estupideces para gustar a la gente, para poder cantar algo bien necesito que salga del corazón. Por dinero puedo hacerlo correctamente, pero si no amo la canción, nunca la cantaré de verdad.
Miguel: Oh, tranquila, tendrás toda la ayuda que necesites. Además, empezarás cantando esto, pero en cuanto estés posicionada como estrella tendrás más libertad para centrarte en un estilo más propio. Lo primero que necesitas es un nombre, cuando lo tengas habrá más gente dispuesta a escuchar lo que quieras realmente cantar.
Cynthia: No sé, esto es un gran paso...tengo miedo de acabar siendo una de esas estúpidas divas discográficas que odio, perseguida por paparazzis y humillada por la pensa rosa.
Miguel: Cynthia, tú estás por encima de todas esas cosas. ¿Realmente crees que serás tan tonta como para dejar que la fama te atrape y te destruya? Conserva tu humildad, tu carácter y tu fortaleza y no tengas miedo de abrazar tu grandeza. Te la mereces. Te estoy dando la oportunidad de llegar a millones, tu voz puede cambiar las cosas.
Cynthia: Creo que le preguntaré a mi novio. Se hace tarde, me iré a cenar a casa y se lo comentaré...
Miguel: En el momento en que cruces esa puerta, mi oferta se desvanecerá. Quemaré el contrato y tu futuro serán sólo cenizas en mi papelera. Volverás a tus antros, tus quimeras y tus culebrones. Y cuando seas un ama de casa cuarentona y gorda, le recriminarás a tu marido todo lo que pudiste ser y abandonaste por un piso en las afueras y 2,5 hijos gritones.
Cynthia: Me estás poniendo un ultimatum. Aún no he empezado a trabajar contigo y ya me impides meditar mis decisiones. Me voy.
Cynthia se para en el umbral.
Miguel: Necesito que estés completamente decidida a empezar esto conmigo, no quiero aceptar medias tintas por culpa de tus amores. Piensa si él merece que cruces esa puerta y hagas pedazos tu futuro. El amor no dura para siempre, los diamantes sí.
Cynthia: Claro, y son el mejor amigo de una chica. Espero no arrepentirme de esto. Si me la juegas, te mataré.
Cynthia firma el contrato.
Miguel sonríe mientras guarda el contrato en una carpeta elegante: Por supuesto, no esperaba menos. Nos volveremos a ver.
El Diablo está con Miriam y Cynthia sentado en un café, puede ser interior o exterior, como prefieras. El caso es que en otra mesa, sin verlos, está Claudio, tomando café con cigarrillos apuntando y tachando cosas en una libreta (no tienes que dar ese detalle, simplemente que se vea en su gesto que está intentando escribir y no le sale).
Diablo: ¿Y qué te parece?
Miriam: Bueno, no sé, tiene un pase si es simpático, inteligente o rico. O si voy suficientemente borracha.
Diablo: No he dicho nunca que tengas que acostarte con él, sólo necesito que lo tengas vigilado, que me digas dónde va...yo no me puedo acercar, me reconocería.
Cynthia: ¿Y de qué lo conoces? ¿Para qué le necesitas? No me gusta que te pongas en plan críptico, ya te conozco suficiente como para que el ir de misterioso no te gane suspiros de adoración.
Diablo: No me conoces tanto como crees. ¿Quieres saber quién es? No es un secreto: es el que está escribiendo nuestra obra de teatro. Pero él aún no lo sabe. Pero desde el día que le vi por primera vez, supe que tendría que hacerlo él. No había visto a un hombre cuervo así desde hace siglos.
Cynthia: ¿Un hombre cuervo?
Miriam: Yo veo a un tipo normal.
Diablo: Eso es porque no podéis verlo con mis ojos. Algunos hombres están tan cerca de salir volando que tienen cabeza de pájaro, aunque cuando despegan por la ventana siempre acaban estampándose contra el suelo.
Cynthia: Ah, es una especie de suicida.
Diablo: Bueno, muchos de su especie lo son. Éste lo parece, pero no sé, la gente es impredecible, yo al menos espero que siga vivo un tiempo más. Pero lo importante es que entiende mi misión, y sabe que va a ayudarme. Necesito que os fiéis de mí.
El móvil de Cynthia suena. Ella contesta.
Miguel: Hola, ¿has considerado mi oferta?
Cynthia (nerviosa): Ah, ehm, esto, no puedo hablar ahora.
Diablo: ¿Quién es?
Miguel: Claro, lo entiendo. Nos veremos mañana, recuerda: te convertiré en una estrella, elevaré tu voz a los cielos y cantarás sobre el mundo entero.
Cynthia: Adiós, ya hablaremos. *cuelga* Es...eh...el jefe del Bourbon, dejé un currículum y me ha llamado para una audición.
ESCENA 6: EL CONTRATO
Miguel sostiene el papel en sus manos. Está en un despacho enorme, moderno, muy moderno, de hecho. Diseño minimalista, cool, todo blanco y muy Apple. Sobriedad de rico, vamos. Frente a él Cynthia, acongojada por el lujo del despacho.
Miguel: Entonces repasemos. Haremos una primera tirada de medio millón de copias, la salida irá acompañada de entrevistas en televisión, promoción en radio, prensa, internet y tele, una campaña con un presupuesto de dos millones para empezar, pero tranquila que con una buena respuesta podremos empezar...más en serio. Entonces, ¿me firmas el contrato de cesión de voz?
Cynthia: Todavía no entiendo por qué ésta súbita oferta, ¿tanto confías en mi voz? ¿Y si te decepciono? Soy terrible con las cámaras, ¿qué te hace pensar que estoy preparada? Además, las canciones las compone mi novio y él no sabe que...
Miguel: Olvídate de esas canciones, necesitamos algo pegadizo, que pueda entenderse rápidamente, una música optimista y una letra a juego. No te preocupes, tenemos a un equipo trabajando en varias canciones.
Cynthia: Pero yo no quiero ponerme a cantar estupideces para gustar a la gente, para poder cantar algo bien necesito que salga del corazón. Por dinero puedo hacerlo correctamente, pero si no amo la canción, nunca la cantaré de verdad.
Miguel: Oh, tranquila, tendrás toda la ayuda que necesites. Además, empezarás cantando esto, pero en cuanto estés posicionada como estrella tendrás más libertad para centrarte en un estilo más propio. Lo primero que necesitas es un nombre, cuando lo tengas habrá más gente dispuesta a escuchar lo que quieras realmente cantar.
Cynthia: No sé, esto es un gran paso...tengo miedo de acabar siendo una de esas estúpidas divas discográficas que odio, perseguida por paparazzis y humillada por la pensa rosa.
Miguel: Cynthia, tú estás por encima de todas esas cosas. ¿Realmente crees que serás tan tonta como para dejar que la fama te atrape y te destruya? Conserva tu humildad, tu carácter y tu fortaleza y no tengas miedo de abrazar tu grandeza. Te la mereces. Te estoy dando la oportunidad de llegar a millones, tu voz puede cambiar las cosas.
Cynthia: Creo que le preguntaré a mi novio. Se hace tarde, me iré a cenar a casa y se lo comentaré...
Miguel: En el momento en que cruces esa puerta, mi oferta se desvanecerá. Quemaré el contrato y tu futuro serán sólo cenizas en mi papelera. Volverás a tus antros, tus quimeras y tus culebrones. Y cuando seas un ama de casa cuarentona y gorda, le recriminarás a tu marido todo lo que pudiste ser y abandonaste por un piso en las afueras y 2,5 hijos gritones.
Cynthia: Me estás poniendo un ultimatum. Aún no he empezado a trabajar contigo y ya me impides meditar mis decisiones. Me voy.
Cynthia se para en el umbral.
Miguel: Necesito que estés completamente decidida a empezar esto conmigo, no quiero aceptar medias tintas por culpa de tus amores. Piensa si él merece que cruces esa puerta y hagas pedazos tu futuro. El amor no dura para siempre, los diamantes sí.
Cynthia: Claro, y son el mejor amigo de una chica. Espero no arrepentirme de esto. Si me la juegas, te mataré.
Cynthia firma el contrato.
Miguel sonríe mientras guarda el contrato en una carpeta elegante: Por supuesto, no esperaba menos. Nos volveremos a ver.
lunes, 28 de junio de 2010
Más escenas
ESCENA 3: Cynthia y su amiga, una puta que ahora está off duty, entran en una iglesia abandonada, colándose por algún lugar secreto (tal vez no hay que especificar, basta con que se vea tras ellas una puerta sellada con tablones de madera con un tablón fuera y un espacio para cruzar). La iglesia es oscura pero las ventanas no están tapiadas, de manera que la luz entra en claros haces iluminando una bóveda azul o verde, con un escenario al fondo. Si necesitas referentes de iluminación, yo te recomiendo que te fijes en la escena previa al derribo absolutamente lacrimógeno del Cinema Paradiso en la peli del mismo título.
Cynthia: No está nada mal, ¿verdad? Quiero decir, se cae a pedazos y eso, pero tiene su encanto. Unas pocas reformas y...
Miriam: Joder tía, menuda pasada. Mucho mejor que la mierda de sitio ese en que cantas...
Cynthia: He pensado que podría convencerle para que tuvieras un trabajo de actriz en la obra, aunque sea un papel menor. Te ganarías un dinero.
Miriam: ¿Actriz yo? Lo único que sé es fingir orgasmos para el señor cliente. Dime, el novio éste tuyo, ¿está bueno?
Cynthia: Está por llegar, ya lo verás...es un poco raro a veces, pero a mí ya me gusta. Además, que en la cama sabe hacer arte barroco. Si se pone hasta te puede follar en palíndromo.
Miriam: ¡Jajajaja! No entiendo una mierda de lo que dices pero suena bien. ¿De dónde lo has sacado?
Cynthia: Es raro, la primera vez que nos encontramos, yo todavía estaba cantando para turistas neoyorkinos en aquel local mierdoso de Nueva Orleans. Cada noche nos hacían tocar "When the Saints go Marching In" y pagaban una mierda, pero después del huracán todos nos tuvimos que recuperar con lo poco que había. El caso es que al terminar me invitó a una copa, le hablé sobre marcharme a Europa, y él se pasó la noche describiéndome maravillas ocultas de Venecia, sinagogas de Praga y bares antiguos de París.
Miriam: Todo intelectual europeo tiene que tener un retablo de maravillas con que seducir a jovencitas americanas.
Cynthia: Esa noche no hicimos nada, él se fue y dijo que nos volveríamos a ver. El destino me llevó hasta aquí y años después lo volví a ver en la barra de un bar. Al principio se puso a hablarme con su pose de galán, pero ya no soy tan joven y tonta. Ésta vez se calló para dejarme hablar, y me escuchaba muy bien, y sabía responder, y me entendía. Acabé invitándole a mi casa una noche, pero a la mañana siguiente me cantó en el desayuno algo que había compuesto, y a partir de ahí...
El diablo entra en escena, caminando por el pasillo de la iglesia.
Diablo: Contemplad ésta iglesia altiva, estática. Un día ella fue el centro jubiloso de una palabra mágica, increíble. Una palabra sola, inmensa, grande. Cabía un mundo entero en ella: Dios. Era ella el mundo entero, más aún, era, ella, sola, el mundo. Tan sólo ella.
El diablo estalla en una risa.
Diablo (quitándose el sombrero): Mis queridas damas, aquí en la tumba del Padre, en la casa decrépita de Dios, florecerá una nueva fe. Se acabó el dictado del Gran Madero de los Cielos, su gigantesco dedo acusador, sus prohibiciones, sus pecados. Adiós al pajarito mandón. Aquí cantamos a la vida, a la libertad. Aquí nadie dice amén, aquí decimos que no, reclamamos nuestro fuego, nuestro cielo.
El diablo se inclina sobre Cynthia y besa su pie desnudo que sobresale de la sandalia (una sandalia mínimamente elegante, por favor).
Diablo: Tú serás la nueva voz de Prometeo... y tú amiga...puedes ser mis ojos en la calle. Sonríe a Miriam.
ESCENA 4: EL ENTIERRO DEL BORRACHO
Miguel y el Diablo están de pie mientras una tumba entra en la tierra. El cura, los invitados, etc son más bien difusos, aunque debe uno fijarse que entre ellos está su hermano Gaspar, un hombre trajeado y peinado hacia atrás con aspecto de político Zaplana/Artur Mas, de mandíbula cuadrada y cara de seductor de cámaras. Pero olvidémonos de Gaspar ahora, el público se fijará más bien en la foto del borracho en una mesa junto a la lápida, una foto de ese borracho bien peinado y vestido, bien puesto para el retrato.
Diablo: Lástima, lástima, no habrá ni infierno ni Dios que le acoja.
Miguel: No habrá Dios, es verdad, pero se ha ido dejando toda su herencia, como un buen padre.
Diablo: Como un buen padre que abandona a sus hijos y les deja con mil deudas que pagar.
Miguel: Tú no sabes de las deudas más que cobrarlas. ¿Qué te hizo éste pobre hombre para que lo arrastrases al suicidio?
Diablo: ¿Yo? No, él se mató porque quiso, hizo uso de su libre albedrío y salió por la ventana. Además, era un hijo de puta. Yo sólo le puse un espejo para que lo viera.
Miguel: Esa pobre chica que va contigo, acabará mucho peor. Destruyes todo lo que tocas.
Diablo: Oh, no hables así de Cynthia. Realmente la adoro, es dulce y áspera al mismo tiempo, creeme no me atrevo con ella, es capaz de hacerme más daño a mí que yo a ella.
Miguel: Muy bajo has caído si todas estas hormiguitas llegan a afectarte de esa manera.
Diablo: Son insignificantes, sí, pero sus pequeñas vidas pueden tener algún sentido. A mí me gusta verlo así. Además, me divierten, están todos locos. ¿Qué haces tú en éste funeral? ¿Te preocupas por el fiambre?
Miguel: ¿Por qué me preguntas algo que ya habrás sido capaz de deducir?
Diablo (mirando a Gaspar): Te codeas con gente importante, como siempre. Pero no vas a poder pararme, no con las reglas que hemos puesto en nuestra apuesta.
Miguel: Me dejaste elegir arma primero y yo elegí el dinero. A menos que te hayas pasado toda la historia de la humanidad bajo la tierra, me reconocerás que tengo buenas cartas.
Diablo: Oh, no, no lo niego. Para ti los oros, para mí los corazones, que gane el mejor. Por cierto, tu amigo... parece más aliviado que triste ante la muerte de su hermano. Lamento haberte ayudado a quitarle un peso de encima.
Cynthia: No está nada mal, ¿verdad? Quiero decir, se cae a pedazos y eso, pero tiene su encanto. Unas pocas reformas y...
Miriam: Joder tía, menuda pasada. Mucho mejor que la mierda de sitio ese en que cantas...
Cynthia: He pensado que podría convencerle para que tuvieras un trabajo de actriz en la obra, aunque sea un papel menor. Te ganarías un dinero.
Miriam: ¿Actriz yo? Lo único que sé es fingir orgasmos para el señor cliente. Dime, el novio éste tuyo, ¿está bueno?
Cynthia: Está por llegar, ya lo verás...es un poco raro a veces, pero a mí ya me gusta. Además, que en la cama sabe hacer arte barroco. Si se pone hasta te puede follar en palíndromo.
Miriam: ¡Jajajaja! No entiendo una mierda de lo que dices pero suena bien. ¿De dónde lo has sacado?
Cynthia: Es raro, la primera vez que nos encontramos, yo todavía estaba cantando para turistas neoyorkinos en aquel local mierdoso de Nueva Orleans. Cada noche nos hacían tocar "When the Saints go Marching In" y pagaban una mierda, pero después del huracán todos nos tuvimos que recuperar con lo poco que había. El caso es que al terminar me invitó a una copa, le hablé sobre marcharme a Europa, y él se pasó la noche describiéndome maravillas ocultas de Venecia, sinagogas de Praga y bares antiguos de París.
Miriam: Todo intelectual europeo tiene que tener un retablo de maravillas con que seducir a jovencitas americanas.
Cynthia: Esa noche no hicimos nada, él se fue y dijo que nos volveríamos a ver. El destino me llevó hasta aquí y años después lo volví a ver en la barra de un bar. Al principio se puso a hablarme con su pose de galán, pero ya no soy tan joven y tonta. Ésta vez se calló para dejarme hablar, y me escuchaba muy bien, y sabía responder, y me entendía. Acabé invitándole a mi casa una noche, pero a la mañana siguiente me cantó en el desayuno algo que había compuesto, y a partir de ahí...
El diablo entra en escena, caminando por el pasillo de la iglesia.
Diablo: Contemplad ésta iglesia altiva, estática. Un día ella fue el centro jubiloso de una palabra mágica, increíble. Una palabra sola, inmensa, grande. Cabía un mundo entero en ella: Dios. Era ella el mundo entero, más aún, era, ella, sola, el mundo. Tan sólo ella.
El diablo estalla en una risa.
Diablo (quitándose el sombrero): Mis queridas damas, aquí en la tumba del Padre, en la casa decrépita de Dios, florecerá una nueva fe. Se acabó el dictado del Gran Madero de los Cielos, su gigantesco dedo acusador, sus prohibiciones, sus pecados. Adiós al pajarito mandón. Aquí cantamos a la vida, a la libertad. Aquí nadie dice amén, aquí decimos que no, reclamamos nuestro fuego, nuestro cielo.
El diablo se inclina sobre Cynthia y besa su pie desnudo que sobresale de la sandalia (una sandalia mínimamente elegante, por favor).
Diablo: Tú serás la nueva voz de Prometeo... y tú amiga...puedes ser mis ojos en la calle. Sonríe a Miriam.
ESCENA 4: EL ENTIERRO DEL BORRACHO
Miguel y el Diablo están de pie mientras una tumba entra en la tierra. El cura, los invitados, etc son más bien difusos, aunque debe uno fijarse que entre ellos está su hermano Gaspar, un hombre trajeado y peinado hacia atrás con aspecto de político Zaplana/Artur Mas, de mandíbula cuadrada y cara de seductor de cámaras. Pero olvidémonos de Gaspar ahora, el público se fijará más bien en la foto del borracho en una mesa junto a la lápida, una foto de ese borracho bien peinado y vestido, bien puesto para el retrato.
Diablo: Lástima, lástima, no habrá ni infierno ni Dios que le acoja.
Miguel: No habrá Dios, es verdad, pero se ha ido dejando toda su herencia, como un buen padre.
Diablo: Como un buen padre que abandona a sus hijos y les deja con mil deudas que pagar.
Miguel: Tú no sabes de las deudas más que cobrarlas. ¿Qué te hizo éste pobre hombre para que lo arrastrases al suicidio?
Diablo: ¿Yo? No, él se mató porque quiso, hizo uso de su libre albedrío y salió por la ventana. Además, era un hijo de puta. Yo sólo le puse un espejo para que lo viera.
Miguel: Esa pobre chica que va contigo, acabará mucho peor. Destruyes todo lo que tocas.
Diablo: Oh, no hables así de Cynthia. Realmente la adoro, es dulce y áspera al mismo tiempo, creeme no me atrevo con ella, es capaz de hacerme más daño a mí que yo a ella.
Miguel: Muy bajo has caído si todas estas hormiguitas llegan a afectarte de esa manera.
Diablo: Son insignificantes, sí, pero sus pequeñas vidas pueden tener algún sentido. A mí me gusta verlo así. Además, me divierten, están todos locos. ¿Qué haces tú en éste funeral? ¿Te preocupas por el fiambre?
Miguel: ¿Por qué me preguntas algo que ya habrás sido capaz de deducir?
Diablo (mirando a Gaspar): Te codeas con gente importante, como siempre. Pero no vas a poder pararme, no con las reglas que hemos puesto en nuestra apuesta.
Miguel: Me dejaste elegir arma primero y yo elegí el dinero. A menos que te hayas pasado toda la historia de la humanidad bajo la tierra, me reconocerás que tengo buenas cartas.
Diablo: Oh, no, no lo niego. Para ti los oros, para mí los corazones, que gane el mejor. Por cierto, tu amigo... parece más aliviado que triste ante la muerte de su hermano. Lamento haberte ayudado a quitarle un peso de encima.
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