No tengo más remedio que ser yo. Y eso me jode.
Tengo 25 años y una juventud que desperdiciar de manera impúdica. A veces me inclino sobre una maqueta de mi futuro y me veo envejecer.
En ocasiones soy optimista y me concedo una joven muerte por todo lo alto, un funeral de pompa fúnebre y boato, con editores molestando a mi familia acerca de los derechos de publicación de mi biografía oficial.
La mayoría de las veces la maqueta muestra cosas peores. Un cincuentón calvo, gordo y solitario que vuelve a su oscuro piso por un largo pasillo, y cena tallarines instantáneos o barritas de pescado congelado.
Entre mi nacimiento y ese perdedor alcohólico hay medio siglo. Yo estoy en el ecuador. Con algunas cosas aprendidas, y 25 años más para seguir cagándola.
No tengo idea de qué hacer con mi vida, salvo morir y envejecer, “el único argumento de la obra”. Se me dan mal las finanzas, quiero evitar las oficinas y odio madrugar. Ojalá hubiese nacido en una remota isla de la Polinesia.
Pero mientras no tenga dinero para irme a vivir a Tuvalu, me tengo que quedar por aquí haciendo lo que pueda. Siempre me ha gustado hacer cómics. Quisiera tener una vocación más digna, pero no tengo más remedio que ser yo.
Y eso me jode.
domingo, 12 de diciembre de 2010
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